martes, 21 de agosto de 2012

"Alger" un relato de María Cebrián


Alger siempre llega en el momento menos adecuado, da igual lo que estés haciendo porque ella te joderá el día. Sí. Alger es así de simpática. ¿Por qué es tu amiga entonces? Porque me la han impuesto. ¿Quién? La naturaleza. ¿Alger es agresiva? Ehm, ¿lo dices por la lanza? No, no es agresiva, pero te mete cada puñalada en el bajo vientre que te hace retorcerte de dolor. ¿Te hace sangre? Sí, una poca. ¿Entonces? No te preocupes, es amistosa.
Aquel día Alger llegó temprano, de hecho me despertó de mi placentero sueño, su llamada insistente a la puerta me revolvió las entrañas. Con mal humor me levanté y fui a saludarla. 
—¿Tú otra vez? —renegué.
—Como cada mes amiga mía —sonrió feliz.
—La alegría de la huerta —bromeé.
Antes de que dijera "pasa" se coló en mi confortable hogar.
—Supongo... —dije—, que querrás que te prepare la cama.
—Así es —confirmó—. Para cinco días, quizá seis. Si no quieres extender la cama me conformo con el saco de dormir, me meto dentro y punto. Te prometo no causarte la menor molestia esta vez, sé que el último mes anduve algo toca-ovarios.
—¿Me lo dices o me lo cuentas? —pregunté enojada.
—Te recomiendo que te tomes un paracetamol para aliviar el dolor, voy a estar taladrando un poco y puede que las ondas te mareen.
Le hice caso, me tomé un paracetamol y me acosté de nuevo. La muy hija de puta taladró y taladró durante las siguientes doce horas, para mi fortuna se detuvo para continuar con su estancia junto a mí en el más apacible de los reencuentros.
Cuatro días después al llegar a casa casi ni percibí su presencia, sigilosa se mantenía en su cama descansando las últimas horas de su ciclo de regulación hormonal. Un día más tarde se marchó sin decir adiós, pero no sentí lástima porque sabía que Alger volvería 30 días después, 720 horas de tranquilidad y liberación que intentaría disfrutar al máximo.



NOTA DE LA AUTORA
Este relato se lo dedico a todas las mujeres. Mujeres que sufren los achaques propios de su sistema hormonal y de su período. Hay meses que son insufribles, otros que son más llevaderos, pero hemos de aprender a convivir con él, a que los hombres hablen sobre él sin tan siquiera conocer qué ocurre en nuestros cuerpos, sin preguntarnos qué sentimos o cómo nos encontramos. Es nuestra batalla y la vamos a ganar. ¡Va por ti Alger!



No hay comentarios:

Publicar un comentario